En este Post, seguimos hablando de nadar en aguas abiertas, como en dos post anteriormente publicados:
Parte 1: http://rubengutierrezswim.blogspot.com.es/2012/11/natacion-en-aguas-abiertas-parte-1.html
Parte 2: http://rubengutierrezswim.blogspot.com.es/2012/12/natacion-en-aguas-abiertas-parte-2.html
Nadar en Aguas Abiertas es mucho más complicado que nadar en “aguas cerradas” o piscina, por la sencilla razón de que en la piscina el entorno es estable y en la medida de nuestras posibilidades, controlado.
Parte 1: http://rubengutierrezswim.blogspot.com.es/2012/11/natacion-en-aguas-abiertas-parte-1.html
Nadar en Aguas Abiertas es mucho más complicado que nadar en “aguas cerradas” o piscina, por la sencilla razón de que en la piscina el entorno es estable y en la medida de nuestras posibilidades, controlado.
Esto
quiere decir: la temperatura del agua es constante, y sabemos de ante mano el
rango de temperaturas entre las que estará. No hay oleaje, excepto el que
producimos nosotros mismos, en las salidas, los virajes, etc. La profundidad es
estable. El agua es transparente, y vemos la línea del fondo, que nos indica
por donde debemos ir, nos avisa de la llegada a la pared,... esta pared, además
se ve. Y generalmente estamos solos en una calle de un ancho considerable,
delimitada por corcheras, sin que nadie nos moleste o interrumpa.
Todo
esto desaparece en la Aguas Abiertas, pasando a ser un
entorno además de extraño (nuestro medio natural es la tierra), variable:
- La
temperatura no siempre es la misma, puedes competir desde aguas cálidas a más
de 30 grados; a aguas gélidas a unos 17 grados (las piscinas climatizadas rara
vez bajan de 27), incluso a aguas por debajo de los 13 grados si la prueba es
con traje de neopreno.
- Hay
oleaje. Y este oleaje nunca es igual, ya que pueden ser olas cíclicas típicas
de la orilla del mar, olas de mar de fondo, olas producidas por viento, etc...
Estas últimas se dan mucho en los Pantanos y Lagos, en los que si alguien os
dice que allí no hay olas, es que no ha nadado nunca en ellos.
- La
profundidad varía, pudiéndote encontrar con playas poco profundas donde los
primeros 50 o 75 metros los recorres corriendo con el agua por las rodillas, a
playas donde nada más entrar en el agua, ya te cubre por completo.
- El
agua puede ser transparente (Estrecho Gibraltar, Costa Almería,...) y se ve el
fondo, el resto de nadadores,... O puede ser casi opaca, no dejándote ver a un
metro de tus ojos (lo normal en Pantanos, Ríos,...). Aún si el agua es
transparente, e incluso cristalina, no hay línea de fondo, por lo que no vemos
si nadamos en línea recta o nos vamos torciendo.
- En el
mar es muchísimo más complicada la orientación espacio temporal. La orientación
espacial ya hemos visto en el punto anterior, que no tenemos línea de fondo y
no sabemos hacia donde nadamos. Pero también carecemos de orientación temporal,
ya que al nadar en aguas abiertas, no podemos controlar los metros que
llevamos, no podemos ir contando piscinas, así que no sabes si llevas 400m o
950m, perdiendo de este modo, totalmente la orientación del tiempo que llevas
nadando.
- No
sabemos hacia donde tenemos que nadar, a menos que saquemos la cabeza del agua,
miremos hacia la boya, y consigamos verla. Si sacamos la cabeza “lateralmente”
para respirar, no lograremos ver las boyas de señalización. Así que tenemos que
sacar la cabera de manera frontal, mirando hacia delante. Pero si levantamos la
cabeza para hacer esto, las piernas se nos hundirán, dificultando y ralentizando
nuestro avance. Además cuando más veces saquemos la cabeza así, más se nos
cargaran los músculos del cuello, que no están acostumbrados a este movimiento.
- Y para
terminar de arreglar las cosas, generalmente no estarás nunca o casi nunca
nadando solo. En las salidas estarás rodeado de una marabunta de nadadores que
todos parecen querer ir por donde tú has decidido tirar. Luego tendrás
nadadores pegados a tus pies, golpeando estos en casi cada brazada. O nadadores
nadando en paralelo contigo, rozándose casi como si fueran una dinamo y tú la
rueda de la bicicleta. Y si por casualidad en algún momento te encuentras solo,
rápidamente pararas y buscaras a alguien, con la duda de si abras equivocado el
camino.
Si
después de todos estos condicionantes y desventajas, aún quieres seguir nadando
en el mar, es que eres de los míos!!!
A pesar
de todo, y aunque nos guste nadar en el mar, si quieres obtener mejores
resultados en las pruebas de aguas abiertas, se hace prácticamente
imprescindible ir a entrenar a la piscina. Además de es imposible entrenar
todos los días en el mar, debido a temporales, días de mucho viento u oleaje,
muy bajas temperaturas del agua en invierno,... La piscina nos reporta una serie
de beneficios, tales como:
- Realizar
trabajos específicos para mejorar la técnica de nado.
- Desarrollar
y mejorar la capacidad aeróbica a través de las series.
- Trabajar
el sentido del ritmo, y la percepción de la distancia, a través de la
repetición de series de los mismos metros, controlando el tiempo empleado y los
descansos.
- Aumentar
nuestra confianza en un medio extraño, como es el agua, en un entorno
controlado y con la seguridad adecuada (socorristas, primeros auxilios,...).
Cuanto
mejor trabajemos y desarrollemos estos aspectos en la piscina, más preparados
estaremos para afrontar las situaciones cambiantes que podemos encontrarnos en
las aguas abiertas, evitando posibles bloqueos, agobios, etc.
En la
piscina también podemos realizar entrenamientos específicamente destinados a
mejorar nuestro rendimiento de cara al nado en aguas abiertas. Como podría ser:
- Simular
las salidas de las pruebas de Aguas Abiertas, realizando series de velocidad
(25m) nadando dos por calle, saliendo simultáneamente uno a cada lado de la
calle. De este modo será más difícil respirar, ya que aumenta la probabilidad
de tragar agua, dificultándonos mucho más el avance que si estamos solos en la
calle, o vamos a pies de nuestro compañero.
- Trabajar
el nado con longitudes de brazada muy amplias, creando la mínima resistencia al
avance, buscando el mínimo de fatiga, aunque el ritmo sea algo inferior. Esto
nos ayudara a nadar en condiciones desfavorables, como oleaje de resaca, mareas
en contra,...
- Entrenamientos
de series de nado intenso, donde alcancemos umbrales de sufrimiento por encima
de los que podemos encontrar en las pruebas de la distancia que nadamos en
Aguas Abiertas. Esto nos aportara una mayor fortaleza mental, imprescindible al
afrontar situaciones adversas.
- También
podemos simular el nado en el mar, realizando ejercicios de nado con
respiración frontal, nadar con los ojos cerrados durante 4 o 5 ciclos de
brazada y después abrirlos, controlando si nos hemos desviado o chocado con la
corchera,...
A pesar
de todos los aspectos que podemos entrenar en la piscina, el entrenamiento en
el mar también es totalmente necesario, ya que de este modo entrenaremos el
control de la respiración en función de las necesidades (con oleaje es
necesario exagerar el rolido, para sacar más la cabeza y poder respirar
lateralmente sin tragar agua; respirar solo por un lado, por el que no entran
las olas,...). Sentiremos que flotamos más en el mar que en la piscina, debido
a la densidad y salinidad de las aguas. Sentiremos que respiramos mejor, por la
ausencia de cloro en el agua. Trabajaremos la orientación espacio-temporal,
totalmente distinta en aguas abiertas que en la piscina. Sentiremos el gusto de
la sal en la boca durante toda la prueba o el entrenamiento. Además de
acostumbrarnos al nado con el traje de neopreno, que nos limita enormemente la
movilidad de hombros, y con el que tendremos a sensación de ir mucho más
comprimidos y sin libertad.